miércoles, 3 de febrero de 2010

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Obsesión [Capítulo 2]

--- Adelante – sentí la voz del director en la oficina.

Me adentre hacia la sala iluminada por la luz que entraba desde la ventana abierta. En el rincón había un girasol que le daba un aspecto de alegría a la habitación. Por más que intentara arreglarla no le funcionaba. Si quiere que se vea bien debería pintarla con un color resaltante le recomendé en mi mente.

--- ¡Caroline! –Dijo –. ¡Qué sorpresa verte aquí! –dijo sarcásticamente. Le dedique una sonrisa que dejaba clara mi irritación, pero pronto la cambié por una inocente –. Que bonita tu sonrisa –cuando lo menciono me puse seria.

--- Hola Caroline –por primera vez miré a mi padre que se encontraba sentado en una de las sillas del escritorio –¿Por qué estas llena de chocolate? – Qué hacía aquí… se suponía que debía de estar trabajando. Y ahora que le digo al Director… piensa, piensa – ¡Caroline! Te hice una pregunta.
--- Estaba comiendo una barra de chocolate cuando Dem… cuando la señorita Ángela me vio y me dijo que…
--- ¿Otra vez? – Preguntó mi padre poniendo mala cara – ¿Es que nunca vas a aprender? Te metes siempre en líos – tocaron el timbre y estuve a punto de irme cuando recordé que estaba en la oficina –. Tengo que hablar contigo… – La expresión de su cara cambió un poco – Salgamos al patio…

En el comedor estaban mis amigas esperándome con la preocupación escrita en la frente. Hice un gesto de resignación ante ellas y todas suspiramos.

--- El señor Dan debe de estar bromeando – dijo Heidi.
--- ¡Debes ir a la pijamada de mañana! – Dijo Fanny – lo habíamos planeado todo un mes… – Se puso de pie y comenzó a caminar frenéticamente.
--- Chicas… tendrá que ser para la próxima semana… – Me mordí el labio.
--- ¡Te puedes escapar! – Me interrumpió Pamela.
--- Lo siento, pero papá me quiere llevar a la casa de mi tía – Pamela de nuevo me cortó la frase.
--- Pero Vero es súper simpática...
--- Ese es el problema – le atajé – no voy con la Vero… Voy con mi tía Josefa y es súper exigente.

Después de haber discutido sobre el tema, que no tenía solución, me encaminé hacia el gimnasio…


--- ¡Claro! – Le contesté a Cristian, el mejor amigo que una chica pudiera desear – ¡No! ¡Déjame hacerlo!...
--- Pero Caroline, sólo quería ayudar…
--- ¡Pero lo estás haciendo mal!... ¡No! Si sigues así te daré un buen merecido – dije enfadada –.

Observar cómo se alejaba Cristian apenado me era un verdadero fastidio… Sobre todo si era por culpa mía. Lo quería mucho y muy pocas veces me enojaba con él escupiéndoselo a la cara. Me dolía muchísimo discutir con él y mucho más si era por algo tan estúpido como arreglar unas guirnaldas para el baile de fin de curso de este año… El baile era para el viernes, pero a mí me gustaba dejar todo bien arreglado. Además hoy era la fiesta de Matías… ¡Mierda! ¿Acababa de discutir con mi salvación? Que idiota más grande.

Mientras terminaba de inflar los globos escuché varias voces fuera del gimnasio. Espero que cuando salga se hallan ido todos, no quiero encontrarme con nadie Pensé mientras se elevaba el último globo. Metí dentro de la caja todo lo que no me había servido y me encaminé hacia la puerta… Me giré instantáneamente al oír el sonido que procedía desde el fondo del gimnasio. Miré de un lado para el otro con el corazón a punto de estallar. No había nada más que los adornos, pero volví a escuchar el ruido. Solté la caja, los restos de guirnaldas, globos pinchados y otros adornos se esparcieron por el suelo, y salí disparada hacia la sala de historia.

Al llegar a la entrada de la sala me dí cuenta que estaba cerrada y que mi mochila también se había caído con la caja… Es una tontería Me dije mientras forzaba a mis piernas a avanzar, solamente estoy yo en el colegio, todos se fueron… Meneé la cabeza y mire con fijeza mi mochila que se encontraba tirada en el suelo. Las luces interiores del gran salón estaban apagadas y las puertas estaban medio cerradas… Así no es como yo las dejé. Empecé a jadear del miedo, estaba nerviosa y mi corazón latía de una manera totalmente diferente a la que había tenido recientemente… Me acerqué lentamente, recogí mi mochila sin apartar la vista del interior, la coloqué en mi espalda y me aseguré de que estuviera bien puesta. Comencé a caminar, abrí las puertas con un golpe de karate que me había enseñado mi padre. Me reí para mis adentros, pero mantuve la cara asustada y precavida que tenía. Encendí las luces y me cegaron por una fracción de segundo. Recorrí con la mirada toda la habitación aún en la posición de karate, luego de que no vi nada extraño tomé la caja y cerré con candado el gimnasio.

--- No – me dije cuando guardaba la caja en la bodega del colegio – Solo estoy yo…
--- ¿Segura? – Me quedé atónita a la oír la voz de aquel hombre… – Yo no estaría tan seguro de eso – lo busqué por todos lados y luego hacia la salida –. Que buen golpe le diste a la puerta ¿eh? – Dijo sonriendo de forma burlona. Sentí que mi cara se puso roja de la vergüenza.
--- ¿Cómo entraste…? – No. Debe de ser algún alumno de cuarto… o tercero… – No debiste de haberte quedado después de clases, mañana le diré al director… – Me cortó la frase.
--- ¿Clases? – Dijo irónicamente.
--- ¿Quién eres? – eso realmente fue raro, porque al pronunciar la pregunta sonó alguna clase de eco.
--- ¿Quieres saber quién soy? – Preguntó enarcando una ceja.
--- Sí – le contesté enfadada sin dejar que viera mi curiosidad.
--- Pues averigua – al decir esto desapareció mi máscara de enojo y apareció la confusión en mi rostro, luego el me sonrió y se marchó…