jueves, 20 de mayo de 2010

Obsesión [Capítulo 7]

El viaje en bus me estaba acalambrando todo el cuerpo. Lo único que quería era llegar a algún terminal para estirar mis brazos y piernas. Además estaba demasiado ansiosa como para dormir…

--- Apúrate – le urgió Heidi a Rebeca.
--- ¡Ya voy! – Le respondió – ¡Fanny date prisa!
--- ¡Chicas, creo que encontré un lugar perfecto! – Gritó entusiasmada Pamela.
--- ¡Wow! – Dije sorprendiéndome – ¡Este sí que está bueno!
--- ¡Caroline! – Miré a Pamela con su cara asustada. Levanté una ceja y ella se puso a reír.
--- ¡Ay! – Grité y ella rió fuerte – ¡Debiste advertirme Pame! – La poza no era profunda pero sí me mojé todo el pie.
--- ¡Ja ja ja! – Nos reímos todas.

Armamos las carpas, encendimos una pequeña fogata, Fanny, Rebeca y yo exploramos nuestro alrededor, Heidi y Pamela se quedaron preparando algo para comer.

Los árboles a nuestro alrededor eran de todas clases de verdes, el suelo estaba cubierto de helechos, todo tipo de maleza y musgos. El cielo se mantenía fiel a las nubes del sur. El lago estaba un poco inquieto a causa del viento y muy frío. Cuando comenzó a oscurecer volvimos al campamento. Las chicas habían preparado unos fideos con salsa exquisitos.

--- ¡Vamos! – Le dijo Rebeca a Heidi – Dinos como hicieron los fideos…
--- Claro que no – respondió Heidi – tarea para la carpa: cómo hicieron los fideos las chicas.
--- ¡Ja, ja, ja! – nos reímos todas al unísono.

Cantamos, bailamos, contamos chistes, historias e hicimos varias actuaciones divertidas hasta las dos de la madrugada. Yo dormí tan bien que no sentí la lluvia que comenzaba a caer. Al amanecer vi que la fogata estaba apagada y sin poder encenderla. Con las chicas empezamos a buscar leña seca, fue muy difícil encontrarla.
Desayunamos huevo revuelto con unas tostadas y un poco de café.
Después de tomar desayuno me metí en la carpa para ponerme otro chaleco.

--- Necesito ir al baño – dijo Rebeca.
--- Acá no hay… – dijo Fanny.
--- Lo sé ­– le interrumpió Rebeca
--- Yo te acompaño – me ofrecí.
--- Tendrá que ser por ahí no mas – le dijo Pamela.
--- Caroline, ayúdame a sacar esta frazada – me pidió Heidi.
--- ¿Para qué…? – dijo Fanny con sorpresa.
--- No se sabe quien anda por ahí – contestó Heidi con suspicacia.
--- No creo que haya nadie – le dijo Pamela.
--- Nunca se sabe – se defendió Heidi.
--- Bien… – le dije a Heidi – si dejaras de pisar la frazada podríamos sacarla ¿no crees?
--- Ah… – Heidi se sonrojó.
Yo sostenía la frazada mientras Rebeca hacía sus necesidades cerca de un árbol grueso. Se estaba despejando pero el frío seguía aún más helado… El sonido de que una rama se quebraba llamó mi atención, miré a mí alrededor, lo único que logré ver fue naturaleza. Un calor en la columna vertebral alertó mi sentido del olfato, el oído y la vista. Presentía que algo estaba mal y que debía llegar pronto con las chicas. Otra rama… ¿o era un flash de una cámara?

--- Rebeca, apúrate ­– le urgí.
--- Me falta subirme el cierre y volvemos.

Yo llevé la caminata muy rápido, Rebeca se tropezó varias veces y me preguntaba que por qué estaba tan histérica, yo le respondía que no estaba histérica pero el tono de mi voz me delataba. Lo que más me fastidió en ese momento fue el paso lento de Rebeca, ella siempre era la última en la clase de gimnasia y no sacaba buenas notas en las clases de deportes, deseé poder dejarla ahí sola y seguir más rápido pero reflexioné, ella era mi amiga.

Todo iba mal, mi corazón palpitaba fuerte y sentía un ardor por todas mis extremidades. Sabía que esto ya me había sucedido en ocasiones anteriores, debía irme a casa y no salir de ahí, pero de qué serviría, también estando ahí había tenido esta sensación. No sabía si las chicas vendrían conmigo, enojadas por arruinarles parte de sus vacaciones o se quedarían con un cargo de culpa o haciendo como si nada hubiera ocurrido. La decisión ya estaba tomada pero mi cobardía era más fuerte.

--- ¡Caroline! – gritó Rebeca volviéndome a la realidad. Me volteé para verla pero no estaba, mi respiración se cortó y mis ojos se abrieron como platos. La llamé y no contestó, mis manos transpiraban y mis piernas temblaban. Caminé hacia donde debía de estar Rebeca pero lo único que conseguí fue perderme aún más, ya no sabía en donde estaba el campamento y mucho menos Rebeca.

Estaba perdida…

--- ¡Rebeca! – Grité desesperada – ¡Rebeca! – no hubo respuesta. Tal vez las chicas me estaban escuchando y buscándome o solo me estaban jugando una broma de mal gusto.

Cuando miré hacia delante vi un arbusto moverse, me alegré en un principio porque pensé que era Rebeca pero luego sentí la voz de Rebeca a mis espaldas preguntándome si estaba bien. Sentí que mis pies se desvanecían, sentí el suelo húmedo por la lluvia…


… La vista era hermosa, las olas del mar reventándose contra las rocas, las gaviotas chillando con un sonido tranquilizador, el viento suave y el cielo de un azul profundo nunca antes visto por mis ojos, el sol cálido y resplandeciente y la arena caliente. Mi traje de baño era un bikini verde claro con unos pequeños círculos de colores vivos, mi pelo estaba suelto y se movía levemente por el viento. Pero de pronto todo el paisaje cambió radicalmente. El cielo fue cubierto por unas espesas nubes de color gris oscuro, las cuales se veían amenazadoras, el viento comenzó a ser cada vez más fuerte y mi pelo no me dejaba ver lo que sucedía, el mar se enfureció y de a poco comenzó a subir la marea, de lejos pude ver a Cristian y él a mí también, pero su cara no presentaba ningún interés por mí, él volteó y se marchó. Me puse a llorar y a llamarlo desesperadamente, nada de lo que hacía me resultaba, ni siquiera podía mover mis pies, era algo insoportable. Lentamente mi respiración fue cesando…


Al sentarme todo a mi alrededor dio vueltas, me dio un dolor de cabeza horrible. Me levanté muy despacio para que no se revolviera todo de nuevo. Con gran desconcierto divisé a Rebeca que estaba sentada junto a Fanny y Heidi. Las tres estaban cuchicheando lejos de Pamela quien se encontraba cerca de la fogata. Comencé a caminar hacia Pamela, la cual se volteó al oír mis pasos en el suelo frío y mojado.


PAMELA

Maldición, me tiemblan demasiado las manos. Si la imbécil no hubiera aparecido este otro estúpido…

--- Hola –la voz de Caroline me sobresaltó.
--- Hola –le contesté.
--- Pamela… –dijo indecisa– Lo último que recuerdo es a Rebeca… ¿cómo llegamos hasta aquí?
--- Un joven amable que pasaba por ahí te trajo –le respondí – solo a ti se te ocurre desmayarte cuando no hay nadie cerca de ti.
--- Ah… ¿lo siento? – preguntó incrédula.
--- Tú consigues que un hombre que quizá tiene otras preocupaciones te traiga y lo único que dices es ¿lo siento? Y más encima lo preguntas – todo eso lo dije muy rápido, estaba agitada por la situación. Caroline me quedó mirando con los ojos muy abiertos. Me pareció que no respiraba.
--- Creo que tienes razón…
--- ¿Creo? – la interrumpí.--- ¡OK! –Me gritó con ira– ¡Tienes razón, lo siento, no sé qué más decirte, yo… olvídalo! –giró y fue hacia Rebeca, Heidi y Fanny, éstas estaban mirándonos sin comprender. Yo me quedé callada por toda la tarde.

sábado, 27 de marzo de 2010

Premios


Reglas del premio:
1.Dar las gracias a quien te lo dio
Le agradezco por este premio a romii con su blog http://www.pasionyescritos.blogspot.com/ Esta chica es una de las que me tiene atrapada con su historia
2.Contestar a la siguiente pregunta...
¿Como os gusta que os sorprenda vuestro chico?
Si tuviera un chico, me gustaría que me sorprendiera con un poema hecho por él mismo… aunque no fuera un poeta
3. Regalar a tantos blogs como quieras

Clases

Como ya comenzaron las clases en donde vivo no tendré mucho tiempo para el blog, así que la historia estará un poquito botada, porque los trabajos ya están amontonandose y no quiero que me vaya mal.
Tengo planeado subir el capitulo 7 para el proximo viernes, no estoy segura.
Además aún tengo que escribirlo, es que últimamente mi imaginació no ha fluido como es debido... pero en el caso de mi otro blog, podrán encontrar algunos capitulos nuevos, ya que ese está escrito para un buen rato más.

domingo, 14 de marzo de 2010

Obsesión [Capítulo 6]

Nos separamos despacio y nos miramos a los ojos.

--- Este… – dijo Cristian – ¿Amigos?
--- Amigos – dije con un suspiro.
--- ¿Quieres dar un paseo?
--- Por qué no

Caminamos hasta el auto, yo no quería subirme y tener privacidad, prefería caminar pero también me era difícil ya que nos tomaría demasiado tiempo llegar al parque. Mantuve mis respiraciones profundas para relajarme. El día no puede ser peor me dije mientras olía el aroma de pino que tenía Cristian en su camioneta, los asientos los sentí cómodos y suaves, el manubrio estaba brillante al igual que el resto de la camioneta. No podía parar de criticarme en mi interior, solo quería volver en el pasado. Quería estar en un lugar en el cual el tiempo no nos afectara, un lugar en el cual los malditos problemas no existían, deseaba con todo mi ser poder ser libre, no tener estos absurdos sentimientos que para lo único que sirven son llenarse de ilusiones, deseaba que mamá no hubiera muerto, deseaba que papá no mantuviera ese rencor hacia mí, deseaba que Débora no estuviera con ese tipo, quería ser feliz…

--- Llegamos – su voz me sobresaltó y me regresó a la realidad cruda.
--- Cristian… – me mordí el labio para callarme pero no resultó – no puedo seguir jugando con tus sentimientos y con los míos – dije precipitadamente.
--- ¿A qué te refieres? – preguntó con incredulidad.
--- Me refiero a que no quiero… – ser tu amiga terminé la frase en mi mente.
--- No quieres qué.
--- Quiero ser… – tomé una gran bocanada de aire y continué – tu novia – Cristian me quedó mirando durante un rato, luego desvió su mirada, abrió la puerta de la camioneta, se bajó y me abrió la puerta a mí, lo miré boquiabierta y me bajé. Mi estomago estaba lleno de mariposas revoloteando y mi corazón bombeaba con velocidad. Su delicadeza para tomarme mi mano me derritió entera, casi babeé pero cerré mi boca rápidamente.
--- ¿Estás segura? – su voz era tan suave que no pude contestarle inmediatamente, lo que hizo que él se sintiera inseguro, eso lo deduje porque sus ojos miraban hacia el parque y luego hacia mí.
--- Completamente – y con eso mis labios y los suyos quedaron unidos…


[TERCERA PERSONA]

Caroline fantaseaba con Cristian, se lo imaginaba junto a ella protegiéndola de todo y de todos y haciéndola sentir tan llena de dicha que olvidaba todos sus problemas y se olvidaba que existían otras personas en el mundo, que sólo eran ellos dos…

--- ¡Caroline! – Dan, su padre, la sacó de su ensoñación.
--- ¿¡Qué!? – Contestó enojada por haberla despertado de su sueño.
--- ¡No preparaste la comida! – Mierda Pensó asustada.
--- ¡Lo siento! – Bajó echándose mil maldiciones – La preparo enseguida…
--- ¿¡Para qué!? – Le gritó – ¡Voy a comer a otro lugar que no sea aquí contigo! No sirves para nada – su cara se descompuso, ella soportaba algunas cosas de su padre contra ella, pero esa era una que no soportaba y que siempre le hacía un nudo en la garganta, sus puños se apretaron y su mandíbula también – deberías ser como Débora.
--- Lo siento – dijo en un susurro – Pensé que cenarías en otro lugar, como saliste hoy en la tard…
--- Pues pensaste mal – Vio como su padre se alejaba con su auto marrón.

No puedo creérmelo Se ahogó al pensar en aquello y fue por un vaso de agua.

Tomó el móvil y marco a casa de Heidi, la llamó seis veces seguidas pero nadie le contesto, así que llamó a Pamela, ella estaba ocupada, le estaba ayudando a su mamá a preparar el ensayo para el pastel de bodas de su hermano Rob, llamó a Fanny, le contestó su tía Rosa y le dijo que Fanny había ido al cine con un chico del colegio, y por último llamo a Rebeca, le contestó Mia, la hermanastra de Rebeca.

--- ¿Hola? – contestó Mia.
--- ¿Mia?
--- La misma, quien habla.
--- Soy Caroline, ¿cómo estás?
--- ¡Oh! Bien, Caro, Rebeca fue a ver al médico…
--- ¿Médico? ¿Está mal? – preguntó preocupada.
--- No, no, no te preocupes, solo es un resfriado, todos acá en casa lo tuvimos y ella era la única que le faltaba contagiarse – se rió.
--- Ah…
--- Oye – le interrumpió – que le querías decir, ¿le dejas algún recado?
--- Oh no, todo esta bien – le aseguró – dile que se mejore pronto.
--- De tu parte, Adiós.
--- Adiós – le cortó.

Caroline volvió a quedarse en silencio. Todo le resultaba tan aterrador, estar sola, tener un agujero negro en su corazón… ¿Quién será? Pensó molesta. Fue a abrir y se sorprendió.

--- Qué haces aquí – Preguntó Caroline.
--- Visitarte – le contestó Gastón.
--- Mmm… – Caroline no estaba del todo convencida pero luego lo invitó a pasar.
--- Bonita casa.
--- Gracias ¿quieres tomar algo? – le preguntó amable.
--- No gracias… – se quedó pensando por un segundo y luego le habló – ¿Mañana es el último día de clases?
--- No…
--- Te paso a buscar – Eso no es una pregunta Pensó Caroline – a las siete diez.
--- No, me vendrá a buscar…
--- Ese tipo – le detuvo – Cristian ¿o se llama de otra forma?
--- No… – Caroline se interrumpió la frase. Cállate se dijo.
--- Tu novio – Gastón tenía la cara descompuesta por el resentimiento que sentía hacia Cristian – ¿Crees que hacen una pareja bonita? – la voz de Gastón estaba llena de hostilidad y eso alertó a Caroline. Ella supo que debía detener la situación.
--- ¿Cómo sabes eso? – Preguntó con sospecha.
--- Los chismes vuelan, quien sabe, quizás tu propio amorcito lo esparció.
--- No es así.
--- Como quieras… – se levantó del sofá y se largó.

No logro entender…
subió a trompicones las escaleras y miró por la ventana, se dio cuenta de que el Mercedes Benz Rojo de Gastón seguía aparcado en el negocio del frente, le dio muy mala espina, entonces decidió cerrar las cortinas y apagar la luz.

[PRIMERA PERSONA]

Estaba con sueño y quería descansar pero quería hablar con Cristian, quería que el me abrazara… él era un buen amigo, ahora el es el mejor novio y también amigo.

--- Mejor me duermo… – el sonido de la puerta principal abrirse me inquietó. Fui a ver con cuidado. Escuché risas de una mujer y un hombre… Débora… ¿qué diablos haces con Alex a esta hora…? Encendí la luz, Débora se estaba sacando la camiseta cuando se dio cuenta de que no estaba sola. Los dejaron de reir.
--- Caroline… – dijo impactada – No sabía que tú…
--- Que yo estuviera – le terminé la frase, ella estaba con la boca abierta y Alex estaba incómodo por el simple hecho de que los había descubierto.
--- Debo irme… – dijo Alex disgustado.
--- Claro… – dije – Antes de que te vallas…
--- Qué – me contestó mal humorado.
--- Súbete el cierre del pantalón.
--- ¡Caroline! – me reprochó Débora – No seas así…
--- Tenemos que hablar – le dije – No puede que hayas pensado en hacer esa estupidez, te juro queme decepcionas…
--- Ya, si no es para tanto.
--- Si lo es… – me detuve para recordar las palabras de mamá y poder decírselas, tomé aire y continué – Mamá me dijo… – Pensé, había logrado su atención, Débora me miraba expectante, como si me estuviera suplicando con sus ojos que hablara de nuevo – dijo que te quería… Ella dijo dile a Débora que la quiero y que no haga tonterías… – dije precipitadamente – ¿Te das cuenta que lo que ibas a hacer era una tontería ridícula? – Débora asintió pensativa.
--- Y… – las palabras se asfixiaron en su interior, cerró sus ojos verdes y cayeron gotas de sus ojos, respiró agitadamente y abrió sus ojos – ¿y qué dijo para papá?
--- Dijo que se portara bien y que tenía que cuidarnos…
--- Entonces a él sí se lo dijiste.
--- ¿De dónde sacas eso?
--- Es que él sí se ha portado bien y sí nos cuida…
--- Será que es a ti que te cuida – me lamenté.
--- ¿Y a ti no?
--- No. Me voy a dormir, tengo bastante sueño y hoy ha sido el día más largo de todo el mes… quizá.
--- Está bien, yo también me voy a acostar… ¿dijiste que no te trataba bien?
--- Adiós.


Rebeca no tenía buena cara esta mañana, estaba toda ojerosa, el pelo estaba opaco y los labios estaban resecos, además bostezó toda la clase de lenguaje.

--- Estoy agotada, chicas – dijo Rebeca con voz ronca –. No sé si iré de viaje…
--- ¿¡Qué!? – dijimos al unísono Fanny, Heidi, Pamela y yo.
--- Debes ir – dijo Heidi.
--- Sí – la apoyó Pamela –. Para esa fecha estarás sana como un buey.
--- Sí voy – dijo Rebeca riéndose – las engañe… – estornudó y pidió un pañuelo desechable para sonarse.
--- ¿Ya están listas? – les pregunté.
--- Sí – respondieron con entusiasmo.
--- Entonces el sábado a las siete de la tarde en punto… Fanny ¿a qué hora sale el bus?
--- A las siete y media – respondió firme Fanny.
--- ¿Y para qué juntarnos tan temprano? – se quejó Pamela.
--- Porque alguna llegará tarde – le aseguró Fanny.
--- Entonces el sábado a las siete en el terminar de buses – confirmó Rebeca y todas asentimos.
Hola a tod@s! Lo siento mucho no haber escrito el capítulo 6 de Obsesión, la verdad es que no me he conectado mucho a internet y por ende no me he conectado al mundo de los Blogs. Les pido mis disculpas y les juro que hoy subo el capitulo 6.
También quería contarles que he creado un nuevo blog en donde publicaré casi de todo –quizá–. Bueno, este blog tiene hasta el momento ocho capítulos que son cortos, no les llevará mucho tiempo leerlos. Aquí va el link para que lo visiten y dejen sus comentarios http://midiario-kuki.blogspot.com/.
Otra cosa, el c-box sigue malo, intentaré arreglarlo para su comodidad, no les prometo nada en este caso. Y con esto de que el c-box está malo me ocurrió una talla, se me había olvidado que también podían dejar comentarios sin el c-box y pensé que ya nadie me visitaba, ja ja ja. Bueno eso es todo y mientras tanto siguan comentandome como hasta ahora lo han hecho. GRACIAS

lunes, 22 de febrero de 2010

Obsesión [Capítulo 5]

Habían pasado un a semana desde que me había torcido el tobillo. Ya estaba mucho mejor pero aún no podía correr en educación física, era fome estar sentada todo el rato, no hacía nada en especial y cuando quería alcanzar a alguien en el pasillo tenía que gritarle como si fuera el fin del mundo lo que hacía asustar al que me dirigía. Mis amigas ya estaban acostumbradas a mis gritos.

--- Caroline – Pamela aún no creía que me había caído del caballo. Ella no me creía ni una sola palabra y sabía que algo sucedía.
--- Te digo que me caí del caballo – le expliqué – lo que pasa es que me subí al más chucaro – me reí.
--- Sé que no te caíste de ningún caballo y que me estás escondiendo algo… – Solté un suspiro cuando Heidi nos interrumpió.
--- ¡Hey chicas! ¿Qué hacen?
--- Conversamos…
--- ¡De qué! – Le interrumpió Heidi a Pamela.
--- De la camioneta de Cristian – Pamela me miró de reojo.
--- ¡Oh! – Heidi se sentó en la mesa – Mmm... Caroline… – se mordió el labio pensativa – Deberías hablar con Cristian – sacó de su bolso una cámara digital, la prendió y me la mostró. En una de las fotos estaba Cristian con una chica ¡Y la estaba abrazando! Sentí una especie de cosquilleo en mi estomago, calor por todo mi cuerpo y lágrimas asomándose por mis ojos. Pestañeé con fuerza y tres lágrimas rodaron por mis mejillas, se me salió una risa histérica, las chicas me miraron como si yo estuviera loca o al menos así lo interpreté yo.
--- Ah… Caro ¿estás bien? – Preguntó Heidi preocupada – No debí…
--- ¿Bien? – La interrumpí, luego las palabras salieron atropelladamente – ¡Cómo se te ocurre preguntarme si estoy bien! ¡Claro que lo estoy! Algún día tenía que pasar esto ¿no? Cristian es mi amigo, estoy extremadamente feliz por él y espero que sea muy… – El nudo de la garganta apareció sin previo aviso y las palabras que seguían la frase se ahogaron. Heidi y Pamela me miraron estupefactas por mi reacción – Ah… yo… – suspiré – le de deseo lo mejor.
--- Entonces… te deseo suerte – Pamela miraba hacia la puerta con la boca semiabierta. No le pregunté solo miré.

Me acerqué despacio hacia la mesa que estaba junto a la salida o entrada –como sea– no logré llegar, pasé de largo y mirando en algún lugar. Me dirigí a mi casillero, con mi dedo índice toqué el calendario, lo dirigí a la fecha en que estábamos, miércoles 9 de diciembre 2009, se me hizo un nudo en la garganta y la voz de alguien me sobresaltó.

--- ¿Estás bien? – Preguntó. Su cara mostraba una mezcla de confusión, culpabilidad, ansia, ternura, preocupación… – Yo… debo… darte una explicación…
--- ¿De qué?
--- De… Bueno, es que yo… Pues…
Le corté la frase – ¡Deja de darle vueltas al asunto! – Me miró con sus ojos confundidos y abiertos como platos.
--- Estoy con una… chica – bajó su vista – Perdón por no haberte dicho.
--- ¿Por qué me pides perdón? No necesitas que te disculpe, no hiciste nada malo ¿o si? – Hice una pausa – Aunque sí que debiste habérmelo contado, debí de ser la primera… ¿¡Es que no sabes que yo…!? – ya no pude hablar, temblaba de ira, ¿acaso era rencor lo que sentía por esa chica? Que estupidez… mi corazón latió con fueraza al no abstenerme, me lancé encima de él y le dí un beso apasionado, el cual fue correspondido por un fugaz instante, luego me apartó con violencia y me miró con odio, nunca le había visto así.
--- ¡Basta! – Gritó con furia – ¡Tú sabías lo que yo sentía por ti, aun siento muchas cosas, y ahora que trato de olvidarte porque tus rechazos constantes me dolían mucho! ¿Tú… me besas?
--- Es… ¡TE AMO! – mi respiración era irregular, mi corazón seguía latiendo y peor, mis manos sudaban y sentía un escalofrío en mi espalda – Por favor… – susurré – termina con ella…
--- ¡Basta! – volvió a decir en un susurró – Siempre tú ¿no es así? – lo miré sin entender nada de lo que decía, me percaté que a nuestro alrededor se había acumulado mucha, mucha gente – dejaré de ser tu títere – la palabra títere llamó mi atención por completo.
--- ¿Títere?
--- Sí, me manipulas como quieres pero eso se acabó, ya no más… – comenzó a caminar, su cuerpo me rozó y en un acto instintivo me abracé, se detuvo y se volteó – ¡Ah! Un consejo… no vuelvas a decir que eres mi amiga… – las palabras salían de sus labios con tanta facilidad. ¿Era cierto? Él… ¿se había atrevido a seguir hablando aún cuando medio mundo estaba mirándonos? ¿Era Cristian el que hablaba? – No me busques, que bien que ya abrí los ojos – todos me quedaron mirando, escuche a algunas personas decir ¡fuera, ya se acabó el espectáculo! Eran mis amigas. Lo que más me dolió fue que dijo que ¿ya no era mi amigo? Eso fue como un balde de agua recién sacado del frigorífico, lleno de piedras y espinas también.
--- Vamos… – Rebeca me abrazó por la cintura con suavidad y me dio un leve apretón de aliento, entonces comenzamos a caminar.


Nadie habló nada en mi casa, las chicas y yo estábamos mirando TV cuando entró Débora riendo con su amorcito, ese tipo ya me estaba dando mala espina y quería que mi hermana se alejara de él, sabía que si le decía a Débora lo que pensaba ella creería que yo estaba celosa y no me haría caso además de no hablarme como en un mes.


[TERCERA PERSONA]

¿Por qué lo hice? Soy un tonto, la herí, vi en sus ojos como estaba por dentro, mis palabras fueron como cuchillas recién afiladas, la herí, la herí… se decía Cristian mientras manejaba a casa de Caroline, tenía en mente disculparse y confesarle que no podía separarse de ella, que la amaba, si ella no lo quería no le importaba, prefería tenerla siempre cerca, aunque fuera como amiga.

Un Mercedes Benz rojo lo adelantó y frenó en la puerta de la casa de Caroline, Cristian bajó la velocidad y se estacionó detrás del auto.

--- ¿Y tú quién eres? – Preguntó Gastón.
--- Pues lo mismo me pregunto yo – dijo Cristian.
--- No te interesa
--- Pues tampoco te interesa saber quién soy yo – Contraatacó Cristian.
--- Será mejor que te vayas – Gastón estaba que echaba chispas.
--- ¿Y si no quiero?

Gastón apretó su mandíbula y sus manos se cerraron. Cristian tocó el timbre y al instante abrió la puerta Caroline. Los dos la miraron con gran detenimiento, ella tenía una minifalda color rosa, una polera descotada y bien ajustada a su cintura de color blanco crema, su pelo estaba suelto y sedoso, llevaba unas sandalias con lentejuelas de varios colores y estaba pintada muy sensual. Gastón tenía una mirada de deseo y Cristian tenía una mirada de culpabilidad.

Caroline… Pensaba Cristian Yo… perdón, no sé como pude decirte todo eso… te aseguro que no estaba pensando… esa chica… terminé con ella por ti… tú me lo pediste…

--- Hola Caroline – le dijo Gastón con la sonrisa que a Caroline no le gustaba.
--- Hola… - Caroline miraba asustada a los chicos, no sabía que hacer, sus recuerdos y pensamientos estaban revueltos.
--- Caroline… necesito hablar contigo – Cristian quería patearle el trasero a Gastón pero no lo hacía por Caroline.
--- Ah… ¿Qué es lo que quieren? – Preguntó confundida.
--- Hablar contigo – dijeron al unísono.
--- Ah… – el corazón de Caroline latía con fuerza. Por una parte quería cerrarle la puerta a los dos, pero por otra quería hablar con ambos.

[PRIMERA PERSONA]

No sabía que hacer, quería hablar con los dos pero no me atrevía y la única palabra que me salía era ah…

--- Caroline –dijo Cristian con una expresión llena de arrepentimiento. Yo estaba a punto de llorar.
--- Estoy ocupada, será en otra ocasión – les cerré la puerta. Suspiré y me puse a llorar. Sentí que los dos motores se encendían afuera y se largaban. Tomé un vaso de agua, no me servía, intenté ver televisión pero no funcionó, encendí la radio pero tampoco me distrajo mi CD favorito, el que me había regalado Cristian, no había sido una buena idea ponerlo.

Estaba sola en casa, papá había salido sin avisarme y Débora solo había venido a cambiarse de ropa. Cristian… Suspiré. Me sobresalté al escuchar el timbre nuevamente, me enjugué las lágrimas y fui a abrir.
--- Cristian… – ahora sí que casi estalló mi corazón.
--- Lo que hice no tiene nombre… yo… – hizo una pausa bastante larga, creí que no iba a hablar más y por eso el nudo en mi garganta salió a flote – terminé con ella… por ti… perdóname… – cuando me decía todo eso miraba al suelo, pensé que no quería decirme todo eso… pero cuando levantó la vista lo vi todo… decía la verdad, sus ojos eran verdaderos, tan sinceros que me puse a llorar a mares – Caroline… ¿Estás bien? Perdón, no llores… pídeme lo que quieras pero no llores, por favor – las palabras salían atropelladamente de su boca, lo abracé y él hizo lo mismo.
--- Cristian – pude conseguir apenas, era frustrante oírme sollozando, las palabras se me cortaban, estaba peor que Chilindrina – no… debis… te… terminar con… ella.
--- Tú me lo pediste…
--- Lo siento… – tomé una gran bocanada de aire y dije Te quiero.
--- Yo también – me agarró el mentón, me miró a los ojos, se acercó lentamente a mis labios y me besó…

Otro Premio



Reglas:
1- Agradecer al blog que te lo dio.
agradesco este premio a popcorn, este es mi primer premio o Gracias Popcorn por este premio encantador, jajaja, es el primero
2-Pregunta: ¿Te has ahogado alguna vez en las profundidades de sus ojos?

Claro que si, pero eso fue hace mucho
3- Se lo teneis que dar a 5 blogs que logren sumergiros en un mundo de pasión y aventuras.

Premios

Gracias a Romina (http://www.pasionyescritos.blogspot.com/) que me dio estos premios

lunes, 15 de febrero de 2010

Obsesión [Capítulo 4]

Papá me despertó temprano el sábado por la mañana. Tomamos apenas desayuno y salimos hacia la carretera.

--- No le pierdas de vista Josefa – decía mi padre.
--- Bueno, la haré trabajar, dile que no se ande quejando de nada – tía Josefa me miró con cara de pocos amigos.
--- ¿Escuchaste Caroline?
--- Sí, papá – rechiné los dientes al escuchar la absurda pregunta de papá. Ya estaba aburrida de todo eso. Siempre era lo mismo, todos creían que yo era una causa perdida y eso me molestaba demasiado.

Papá se fue y me quedé en la pequeña habitación de madera desgastada, ésta tenía una cama pequeña y un velador que estaba cojo. La ventana era grande a comparación de la habitación, pero era acogedora. Decidí ayudar a tía Josefa en los que haceres del día.


[TERCERA PERSONA]

Mientras que Caroline desempacaba sus ropas en la vieja habitación de madera desgastada de la casa de tía Josefa, Gastón convencía a su padre José de dejarle ir a acampar.

--- Vamos – trataba de convencerlo Gastón.
--- Te digo que no – Esta era como la décima vez que le decía lo mismo, pero Gastón no entendía. Que tendrá este chico que quiere salir al aire libre justo ahora… Pensó su padre.
--- Que te cuesta – dijo interrumpiéndole los pensamientos – tú nunca sales, yo quiero hacerlo…
--- Vale, vale – Ya estaba. Gastón lo había conseguido.

Gastón solo empacó unos pantalones resistentes, una sudadera y un suéter. La comida la compraría cuando la necesitara, ya que llevaba cien dólares.
Se instaló en su auto y partió hacia su destino…
… Subió al árbol más grande y fuerte que encontró, con sus binoculares a la mano y comenzó a observarla una vez estuvo bien afirmado en la rama del árbol. Tiene que ser mía…


Caroline decidió ayudar a tía Josefa en el campo. Sacó los huevos del gallinero, alimentó a la mayoría de los animales, ordeñó a las vacas y ovejas en un tiempo que fue interminable. Tengo que admitirlo… me encanta el campo… Pensó y se río en voz alta Luego me daré una buena ducha… aunque me quedaría así… Volvió a reírse. A Caroline siempre le habían fascinado los animales y mucho más andar toda embarrada. Ella no quería que nadie se enterara… Todo lo que hizo le llevó mucho tiempo y quedó realmente agotada. Se despidió de su tía y se fue a bañar en la ducha del dormitorio. El vapor del agua llenaba el pequeño baño. Caroline sintió cómo el agua fluía por todo su cuerpo, relajando cada músculo, cada tensión vivida en la última semana. Se vistió relajadamente y se estiró. Abrió la cama, se cepilló el largo cabello marrón claro y se acostó con un bostezo.

Los perros comenzaron a ladrar cuando el desconocido se acercó a la casa. Caroline despertó con un sobresalto, se puso la ropa más cercana y las zapatillas, buscó en la esquina del cuarto una linterna y algo firme y duro para tirárselo a quien quiera que fuera. Sintió como su corazón tomaba fuerza y parecía ser el único ruido además de los ladridos de los perros y su propia respiración que iba haciéndose cada vez más rápida. Hacía frío fuera de la casa, la neblina comenzaba a bajar y hacerse mas espesa. Arriba, en el segundo piso se encendió una luz, era la habitación de tía Josefa. A Caroline casi se le doblaron las rodillas del alivio que sintió No Pensó corre, corre… Subió despacio y vio que la cama estaba sin desarmar. Encima de la cama había una nota…

Caroline, si estas leyendo esta nota es porque no estoy. Perdón por no avisarte pero sucedió una tragedia y debí salir urgente. Estarás sola. Cualquier cosa avísame. Adiós.

Caroline observó la hoja con espanto, sus ojos estaban abiertos como platos. Sintió como su corazón volvía a acelerarse, su respiración se detuvo y miró toda la habitación, sus piernas no reaccionaban, quería moverse pero tenía miedo Tía Josefa no fue quien encendió la luz… tengo que salir… Por primera vez se dio cuenta de que los perros ya no ladraban, y que una parte del suelo estaba iluminada por otra luz… Mi habitación Unos pasos se acercaban hacia donde ella estaba. Abrió la ventana rápidamente y comenzó a bajar con dificultad. Se resbaló y cayó ¡Ay! Dijo en su mente, sabía que si hablaba la encontraría… mierda mi tobillo… Contuvo la respiración, se levantó y corrió con el tobillo torcido. Se acercó con temor a Givi, el perro más viejo y gruñón, lo miró con horror, no se lo podía creer… ¡NO! ¿Quién hizo eso?... es tan cruel… Cerró los ojos con fuerza, no quería verlo, el perro yacía tirado en el suelo cubierto de sangre. Caroline se alejó lo más que pudo y permaneció escondida cerca del río hasta que amaneció…

--- ¡Caroline! – Caroline estaba asustada, ya no se confiaba ni siquiera de su propia voz – ¡Caroline! – Dijo sorprendida y aliviada a la vez tía Josefa – ¿¡Qué estas haciendo ahí!?
--- Tía… – Sintió cómo las calidas lágrimas volvían a caer en su rostro todo sucio y pálido – Yo… Givi… Yo no… – se mordió el labio hasta que le sangró.
--- Tranquila – intentó consolarla, le tendió la mano y la ayudó a ponerse de pie – vamos, te llevaré a tu casa…
--- ¡No! – Tía Josefa se sobresaltó con el pequeño grito de Caroline – Papá no… – Caroline movía frenéticamente sus pequeños ojos de color de chocolate.
--- Cariño, tranquila, Dan no te hará nada… – Tía Josefa la abrazó y acarició su mejilla.
--- Entonces me daré un baño… tía… – la miró con cara de súplica.
--- ¿Qué?
--- Permanece en la habitación mientras yo me doy un baño…


El viaje era largo, partieron enseguida ya que Caroline no quería que tía Josefa se bañara; tenía miedo de quedar sola…


[PRIMERA PERSONA]

El tobillo era un dolor insoportable, tía Josefa bajó la velocidad del Volkswagen de los años setenta, por ahí, se metió a un estacionamiento de un hospital viejo y feo.

--- ¡Ay, ay! – El doctor me miró con cara de desaprobación – ¡Es que me duele!
--- No es para tanto – dijo el doctor cuando abría la puerta del pasillo – iré a buscar una venda… – dijo y se fue balbuceando algo así como que ya estaba arto de ese lugar y que quería irse…
--- Deja eso ahí – voltee la cabeza cuando tía Josefa me regaño por tomar el termómetro y ponérmelo debajo del brazo. Tuve que quitármelo, no duré mucho rato quieta, tomé el fonendoscopio para escuchar los latidos de mi corazón y me concentré demasiado porque no había visto al doctor entrar y sólo me dí cuenta cuando él me lo quitó enfadado.
--- No juegues con eso – dijo. Me dio pena cuando le vi el rostro, me fijé en él, tenía bastante pronunciada su edad, su pelo estaba canoso y opaco, los ojos no tenían ningún brillo y por un segundo comprendí su actitud grotesca. Bajé mi vista.
--- Lo siento – dije en un susurro, tía Josefa no escuchó pero el doctor sí. Sus ojos brillaron por una milésima de segundo y luego volvieron a ser opacos – De verdad que lo siento.
--- Listo – dijo cuando puso un broche en la venda para sostenerla. Me sonrió y yo a él.
--- Gracias – dijimos al unísono con tía Josefa.


Débora se encontraba en el negocio del frente cuando llegamos con tía Josefa. No me fijé mucho pero vi que se encontraba con un chico Y papá no la castiga Pensé. En realidad estaba contenta por ella, agradecía un montón que papá me llevara a mí y no a las dos. No sabía lo que hubiera echo si ella hubiera ido y le hubiera sucedido algo… Se me hizo un nudo en la garganta bastante fuerte y no escuché lo que papá dijo así que no le contesté, tía Josefa respondió por mí.

--- Se cayó del caballo y se torció el pie.
--- ¿Y tenías que andar en caballo? ¿Te dije acaso que lo hicieras? – Papá se veía enfadado. Yo estaba demasiado sensible, me dieron ganas de gritarle que se fuera al infierno, de decirle las palabras de mamá… Papá me odia… piensa que fui yo la culpable… y tiene razón… Las lágrimas se asomaron por mis ojos, intenté detenerlas pero el nudo de mi garganta me lo hacía difícil y cayeron una tras otra. Quedó sorprendido al verme y no dijo nada más. Yo subí cojeando a mi habitación… quería irme, pero no tenía a donde ir… y es que también lo quería, a él y a Débora…

Las horas pasaron lentas y no podía dormirme, porque cuando lo hacía aparecían unas pesadillas horribles y cuando habría los ojos parecía que estaba en el mismo lugar en donde pasé la noche anterior, cerca del río. Me levanté sin rumbo. Miré mi rostro en el espejo del baño, tenía un aspecto terrible, debajo de mis ojos había unas tremendas ojeras, mi pelo estaba desordenado a causa de los bruscos movimientos durante las pesadillas, y lo que más me asustó fue que parecía una muerta viva.


Le dije a Débora que me esperara para ir al colegio, ella no quiso porque dijo que tenía que juntarse con Peter, su pololo. Entonces, sin otra salida, tuve que recurrir a papá. Él me miró y luego sacudió el periódico. Lunes por medio era día de descanso en su trabajo.
--- No te preocupes, mejor camino – él no me habló ni siquiera cuando lo saludé en la mañana, me dolió.
--- Que te vaya bien – y eso fue lo único que dijo.

No pasaba nunca locomoción, no quería caminar porque me cansaría con el pie así y no quería encontrarme con algún extraño que insiste en llevarme en su Mercedes Benz. De seguro que Cristian está enojado conmigo… Pensaba en eso cuando vi a una camioneta pequeña, de color negro azabache, y de quien sabe cuantos años, pero era bonito, al menos a mí me gustó.

--- ¿Te gusta? – Me preguntó el conductor. Asentí con la cabeza y le sonreí.
--- Está monono… ¿Estás enojado conmigo? – Le pregunté dudosa.
--- ¡No! – Creo que estaba sorprendido por mi pregunta – Claro que no. Yo no me enojo por una estupidez – eso había sido una indirecta.
--- Lo siento – me disculpe.
--- Sabes que yo no me enojo contigo, te quiero demasiado como para hacerlo – Me sentí incomoda cuando mencionó eso, él… él solo era mi amigo – ¿Te llevo? – La última vez que me habían preguntado eso yo tenía miedo, con Cristian podía ser yo, y tenía demasiada confianza con él.
--- ¡Claro!

Cristian me hizo reír mucho en el camino haciendo caras raras y contándome las tonterías que había hecho el fin de semana. No le conté lo que me había sucedido a mí, él se preocupaba demasiado por mí y no era justo que lo hiciera ahora.
--- Cómo fue que te caíste de un caballo – me preguntó en un tono burlón, pero sus ojos lo delataban, estaba preocupado por mí, no era justo – de seguro que lo espantaste con esa cara de mono que tienes – se río.
--- Ja, ja.


El día fue de lo más normal e incluso me olvidé de toda la pesadilla del fin de semana.

viernes, 12 de febrero de 2010

Bueno, primero quiero pedirles disculpas a todos los que leen Obsesión y esperan el capítulo cuatro y no haberlo subido en uno de estos días, mi excusa es que he tenido demasiado trabajo y no he tenido mucho tiempo para escribirlo, bueno, hoy, el fin de semana o el lunes a primera hora lo subo, ya que trabajo hasta hoy y tendré al fín mis vacaciones, Ja ja ja.
Y lo otro es que me gustaría muchísimo que me dejaran comentarios, con ellos alimento mi hueca cabezita y me dan ánimos para seguir escribiendo.

lunes, 8 de febrero de 2010

sábado, 6 de febrero de 2010

Bien, aquí he subido el capitulo 3. Espero les guste mucho.

Obsesión [Capítulo 3]

Cuando llegué a casa papá me miro con cara de ¿dónde estabas?

--- Estaba arreglando el gimnasio, ya sabes, siempre lo hago y mis amigas tuvieron que irse – y yo hice que se fuera Cristian cuando me iba a ayudar Solté un suspiro por lo bajo al pensar en aquello y papá no lo paso por alto.
--- ¿Qué sucede? – Preguntó papá.
--- Nada. Solo estoy cansada, nada más, a propósito… ¿Qué hora es? – Pregunté a la vez que mis ojos se posaban en el reloj viejo que se encontraba colgado en la pared de color durazno cerca de la cocina. Cuando lo encontré, bajé la vista inmediatamente y me encontré recordando a mamá. Papá se dio cuenta – Es curioso ¿sabes?
--- ¿Qué? – Preguntó nervioso. Yo sabía lo mucho que le incomodaba ese tema. Aunque ya hubieran pasado cinco años después del accidente de mamá, todos nos sentíamos mal cuando salía el tema a colación sin ningún motivo.
--- Que hallamos cambiado… – Suspiré con pesar – Tanto.
--- Deberías irte a descansar… –Papá se mordió el labio – fue un día demasiado largo…
--- Odio cuando haces eso – le ataje – pero tienes razón ya es muy tarde, buenas noches – le dije mientras me acercaba para besarle la frente.


Dejé caer la mochila al suelo y me tiré al suave colchón de la cama. Débora ya se fue y no tengo cómo ir, la casa de Matías queda muy lejos de aquí… me quejé mientras me ponía los audífonos del Mp3. Quiero un iPod, maldita sea, papá me lo hubiera comprado si hubiera subido las notas… Me dejé llevar por la música que fluía en mis oídos. Llegué a la canción que le había dedicado a mamá tan solo cuando tenía ocho años… Brotaron lágrimas de mis ojos, la visión que tenía del cielo del dormitorio se volvía borrosa y cerré los ojos. También dejé que mi mente vagara por los recuerdos del día en que ocurrió el accidente…

Tan solo tenía once años… y ese día era mi cumpleaños. Cumpliría los doce. Mamá me había llevado a dar un paseo por el centro, me compró todo lo que yo quise e incluso cuatro helados seguidos, tan solo digo cuatro porque se me congeló el cerebro y ya no pude más. Mamá me estaba manteniendo ocupada, yo sabía que me estaban organizando algo así como una fiesta pequeña.
Cuando subimos al auto me dieron ganas de vomitar, mamá me llevó al baño público. Yo estaba en el baño y mamá fue a comprar un chicle para que el olor se pasara un poco. Salí del baño y caminé hacia ella. Estaba discutiendo con alguien.

--- ¿Tú estás loco o qué? – Decía mamá – Claro que no te daré las llaves del auto.
--- ¡Te dije que me las dieras! – Gritó aquel hombre. Él tenía el rostro lleno de cicatrices, llevaba el pelo largo, todo despeinado y sucio, su ropa estaba andrajosa y tenía… tenía un arma en la mano.
--- ¡No! – Volvió a decir mamá, ella no se intimidaba muy fácilmente – No voy a permitir que alguien me robe… – dijo mamá… pero ya era demasiado tarde. Un disparo le interrumpió la frase. Yo grité y el hombre me descubrió. Apuntó el arma hacia mí y me disparo en el brazo izquierdo, caí al suelo por el impacto. Grité de dolor, pero no por mi brazo sino por mi madre. El hombre se rió maniáticamente, luego se volteó a ver a mi madre; que estaba desangrándose y me miraba con su cara llena de dolor. Con su mirada me decía que huyera, que me alejara, yo no quería; el hombre la golpeó con sus pies varias veces antes de quitarle las llaves y virarse de ahí con el auto…
Me levanté del suelo y sentí el dolor punzante de la herida. La bala estaba a la vista pero yo quería llegar hasta mi madre. Me mareé cuando conseguí pararme, pero seguí adelante.

--- ¡Mamá! – Grité con un sonido desgarrador. Comencé a llorar y decir a grito pelado ¡AGUANTA! ¡POR FAVOR! ¡RESISTE! No dejaba de sollozar pero las lágrimas no brotaban como yo quería...
--- Caroline… – mi madre atrajo mi atención, su voz estaba débil. Levantó su mano con gran dificultad y la posó en mi mejilla. Su mano estaba fría y coloqué mi mano rápidamente en la suya para calentarla – Te qui… quiero – soltó el aire que contenía.
--- Tranquila… – mi voz no sonaba como yo quería. Estaba destrozada. Comencé a buscar a mí alrededor a alguien frenéticamente. Nada. No había nadie y eso era aun más devastador. No tenía dinero para hacer una llamada o peor, no había nadie. Era como si su peor pesadilla se hubiera hecho realidad… y era cierto.
--- Dile – tomó una gran bocanada de aire y luego dijo – dile a Débora… que la quiero y que no haga… tonterías – le costó mucho decir esas palabras tan desgarradoras. Tenía la voz ronca. Yo quería que descansara, que no gastara fuerzas innecesarias… pero no podía, solo escuchaba. Me había dado cuenta de que había dejado de llorar y que no era capaz de nada mas… solo escuchar y ser una completa inútil – también dile a tu padre que se porte bien y que tiene que cuidarlas a ustedes dos… – en ese momento empezó a agonizar y lo último que dijo le costó un montón, no terminaba las frases y yo en mi subconsciente las terminaba – Prom… serás una gr… chica – al escuchar esto se me hizo un nudo en la garganta y sólo pude decirle que no dijera tonterías, que ella iba a salir de esto… – Caro… prométem… – dos lágrimas salieron de mis ojos, su sonrisa ya no resplandecía, sus ojos me miraban, pero ya no se encontraba ahí conmigo… La abracé con fuerza, cerré mis ojos y a la vez los suyos, quería pensar que estaba dormida y que soñaba como nunca antes… pero voces me sacaron de mi fantasía.

--- ¡Niña! ¿Estás bien? – Preguntó un hombre.
--- ¡Llamen a una ambulancia! ¡RAPIDO! ¡La niña está herida! – ¿¡Qué!? Pensé. ¡Yo no! Mi mamá… es ella quien la necesita… ¡NO! Quise decir ¡DÉJENME! Sentía cómo me elevaban ¡Mamá! Abrí los ojos de golpe. Ya no veía a mi madre. Luché por salir de los brazos de aquella mujer…
--- ¡NO! – Le pegué un codazo a la mujer. Me soltó mascullando algo así como Porquería
--- ¡Ayuden a mi mamá! – Pero lo único que conseguí fue que mi voz se ahogara con el nudo de la garganta.
--- Yo quería ayudar, pero el hombre me amarró a una silla – decía uno. Supuse que le contaba a la policía “los hechos”. Mentira… Pensé nadie se atrevió a salir porque son unos cobardes. Mamá… perdón… me levantaron y me acostaron en la camilla de la ambulancia. De a poco me fui desvaneciendo…


La luz del día me despertó. Era otro día. Me refregué los ojos y sentí húmedas las pestañas.
Caminé hacia el colegio. No me sentía de ánimos para hablar con las chicas ni mucho menos con Débora… A Débora nunca le dije las palabras de mamá y tampoco a papá.

Dí la vuelta en la esquina. Mi corazón empezó a latir con fuerza, también comencé a caminar más de prisa y miraba de reojo hacia atrás. Volví a dar la vuelta en la esquina, cuando miré hacia atrás nuevamente vi a un hombre. Llegué a la esquina otra vez y empecé a correr esta vez. Tonta Me dije mientras corría, cuando miré hacia atrás choqué con algo… o alguien. Éste me agarró por los brazos y no permitió que me cayera de espalda.

--- ¡Ey! – Dijo en tono divertido el… ¿joven? – ¿Estás bien?
--- Ah… Sí... – Abrí los ojos como platos al mirarlo, era ese chico, el de la bodega… – ¿Tú?
--- ¿Esperabas a alguien más? – El brillo de sus ojos no me gustaba. Era… bueno, no sé.
--- No… – Me mordí el labio. Ésta era la oportunidad de saber su nombre – Mmm… ¿Cuál es tu nombre?
--- Gastón – se puso serio. No quise saber nada más de él. Me sostenía con fuerza y cada vez me acercaba un tanto hacia él.
--- Gastón… ¿Podrías soltarme? – Su expresión me asustó, aún no me soltaba y me dolió el brazo cuando me lo apretó con más fuerza – ¡Ay! – dije teatralmente. Su cara se descompuso y me atrevería a decir que me soltó de mala gana.
--- ¿Contenta? – Su tono de voz me asustó pero asentí con la cabeza – ¿Vas al colegio? Te puedo llevar.
--- Sí… – Le alcancé a decir, el me cortó la oración.
--- Entonces vamos… – Me volvió a tomar el brazo y comenzó a caminar hacia un auto. Era de color rojo brillante, mercedes Benz supuse; no sabía mucho de autos pero en la puerta del conductor salía la marca; tenía las ventanas polarizadas.
--- No… – Tomé aire, tenía miedo de su reacción, tenía que decirle – Quiero decir… te iba a decir que sí me dirigía al colegio y que no me llevaras, tengo ganas de caminar – Se detuvo en la última parte, su cara era un fuego vivo pero luego se volvió dulce… dulce de manera extraña.
--- Vamos, yo te puedo llevar – Tragué saliva, miedo… Sí, era miedo lo que sentía, así que le dije que sí. Después de eso jamás volvería a caminar sola. Ni siquiera al negocio del frente de la casa…

miércoles, 3 de febrero de 2010

Blogger Buzz: Show off your Followers

Blogger Buzz: Show off your Followers

Obsesión [Capítulo 2]

--- Adelante – sentí la voz del director en la oficina.

Me adentre hacia la sala iluminada por la luz que entraba desde la ventana abierta. En el rincón había un girasol que le daba un aspecto de alegría a la habitación. Por más que intentara arreglarla no le funcionaba. Si quiere que se vea bien debería pintarla con un color resaltante le recomendé en mi mente.

--- ¡Caroline! –Dijo –. ¡Qué sorpresa verte aquí! –dijo sarcásticamente. Le dedique una sonrisa que dejaba clara mi irritación, pero pronto la cambié por una inocente –. Que bonita tu sonrisa –cuando lo menciono me puse seria.

--- Hola Caroline –por primera vez miré a mi padre que se encontraba sentado en una de las sillas del escritorio –¿Por qué estas llena de chocolate? – Qué hacía aquí… se suponía que debía de estar trabajando. Y ahora que le digo al Director… piensa, piensa – ¡Caroline! Te hice una pregunta.
--- Estaba comiendo una barra de chocolate cuando Dem… cuando la señorita Ángela me vio y me dijo que…
--- ¿Otra vez? – Preguntó mi padre poniendo mala cara – ¿Es que nunca vas a aprender? Te metes siempre en líos – tocaron el timbre y estuve a punto de irme cuando recordé que estaba en la oficina –. Tengo que hablar contigo… – La expresión de su cara cambió un poco – Salgamos al patio…

En el comedor estaban mis amigas esperándome con la preocupación escrita en la frente. Hice un gesto de resignación ante ellas y todas suspiramos.

--- El señor Dan debe de estar bromeando – dijo Heidi.
--- ¡Debes ir a la pijamada de mañana! – Dijo Fanny – lo habíamos planeado todo un mes… – Se puso de pie y comenzó a caminar frenéticamente.
--- Chicas… tendrá que ser para la próxima semana… – Me mordí el labio.
--- ¡Te puedes escapar! – Me interrumpió Pamela.
--- Lo siento, pero papá me quiere llevar a la casa de mi tía – Pamela de nuevo me cortó la frase.
--- Pero Vero es súper simpática...
--- Ese es el problema – le atajé – no voy con la Vero… Voy con mi tía Josefa y es súper exigente.

Después de haber discutido sobre el tema, que no tenía solución, me encaminé hacia el gimnasio…


--- ¡Claro! – Le contesté a Cristian, el mejor amigo que una chica pudiera desear – ¡No! ¡Déjame hacerlo!...
--- Pero Caroline, sólo quería ayudar…
--- ¡Pero lo estás haciendo mal!... ¡No! Si sigues así te daré un buen merecido – dije enfadada –.

Observar cómo se alejaba Cristian apenado me era un verdadero fastidio… Sobre todo si era por culpa mía. Lo quería mucho y muy pocas veces me enojaba con él escupiéndoselo a la cara. Me dolía muchísimo discutir con él y mucho más si era por algo tan estúpido como arreglar unas guirnaldas para el baile de fin de curso de este año… El baile era para el viernes, pero a mí me gustaba dejar todo bien arreglado. Además hoy era la fiesta de Matías… ¡Mierda! ¿Acababa de discutir con mi salvación? Que idiota más grande.

Mientras terminaba de inflar los globos escuché varias voces fuera del gimnasio. Espero que cuando salga se hallan ido todos, no quiero encontrarme con nadie Pensé mientras se elevaba el último globo. Metí dentro de la caja todo lo que no me había servido y me encaminé hacia la puerta… Me giré instantáneamente al oír el sonido que procedía desde el fondo del gimnasio. Miré de un lado para el otro con el corazón a punto de estallar. No había nada más que los adornos, pero volví a escuchar el ruido. Solté la caja, los restos de guirnaldas, globos pinchados y otros adornos se esparcieron por el suelo, y salí disparada hacia la sala de historia.

Al llegar a la entrada de la sala me dí cuenta que estaba cerrada y que mi mochila también se había caído con la caja… Es una tontería Me dije mientras forzaba a mis piernas a avanzar, solamente estoy yo en el colegio, todos se fueron… Meneé la cabeza y mire con fijeza mi mochila que se encontraba tirada en el suelo. Las luces interiores del gran salón estaban apagadas y las puertas estaban medio cerradas… Así no es como yo las dejé. Empecé a jadear del miedo, estaba nerviosa y mi corazón latía de una manera totalmente diferente a la que había tenido recientemente… Me acerqué lentamente, recogí mi mochila sin apartar la vista del interior, la coloqué en mi espalda y me aseguré de que estuviera bien puesta. Comencé a caminar, abrí las puertas con un golpe de karate que me había enseñado mi padre. Me reí para mis adentros, pero mantuve la cara asustada y precavida que tenía. Encendí las luces y me cegaron por una fracción de segundo. Recorrí con la mirada toda la habitación aún en la posición de karate, luego de que no vi nada extraño tomé la caja y cerré con candado el gimnasio.

--- No – me dije cuando guardaba la caja en la bodega del colegio – Solo estoy yo…
--- ¿Segura? – Me quedé atónita a la oír la voz de aquel hombre… – Yo no estaría tan seguro de eso – lo busqué por todos lados y luego hacia la salida –. Que buen golpe le diste a la puerta ¿eh? – Dijo sonriendo de forma burlona. Sentí que mi cara se puso roja de la vergüenza.
--- ¿Cómo entraste…? – No. Debe de ser algún alumno de cuarto… o tercero… – No debiste de haberte quedado después de clases, mañana le diré al director… – Me cortó la frase.
--- ¿Clases? – Dijo irónicamente.
--- ¿Quién eres? – eso realmente fue raro, porque al pronunciar la pregunta sonó alguna clase de eco.
--- ¿Quieres saber quién soy? – Preguntó enarcando una ceja.
--- Sí – le contesté enfadada sin dejar que viera mi curiosidad.
--- Pues averigua – al decir esto desapareció mi máscara de enojo y apareció la confusión en mi rostro, luego el me sonrió y se marchó…

lunes, 1 de febrero de 2010

Obsesión [Capítulo 1]

Era de esperar su respuesta. Sabía a la perfección lo que pensaba en estos momentos, con toda esa trama de las notas y las anotaciones papá jamás nos dejaría ir a la fiesta de Matías. No puedo dejar de suspirar cada vez que oigo su nombre o hasta cuando pienso… el chico perfecto, el guapo de la escuela… ¡Además no tenía novia! Y esta fiesta era la oportunidad del siglo. De alguna manera saldré esta noche. Aunque me quede castigada por el resto del año… valdrá la pena el castigo y al fin Matías será todo mío pensé mientras veía su cara roja de la ira.

--- ¡Pero papá! –dije tiritando por su reacción---. To… to… todo el mundo va a ir – le dije haciendo un puchero.
--- No vas a ir y punto – dijo aun más enfadado.
--- ¡Ya poh papi! – dijo Débora, mi hermana. Las dos sabíamos que no nos daría permiso aunque actuáramos.
--- Ya lo saben, si me desobedecen las castigaré por el resto de sus vidas – dijo poniéndose de pie. Con Débora lo vimos alejarse y las dos nos pusimos a reír. Ya todo lo teníamos planeado.


La “discusión” que habíamos tenido con papá me había abierto el apetito, lo malo era que estaba en medio de la clase de historia y mi estomago gruñía. Mi grupo de amigas; que se componía de Fanny, Heidi, Rebeca y Pamela; se estaban muriendo de la risa. Decidí sacar una barra de chocolate de la mochila, era muy difícil con la señorita Ángela comer en clases, ya que tenía unos súper sentidos increíbles. No sé por que no se llamó Demonia. Me reí en un tono demasiado alto y me pillaron justo en el acto, tenía los dedos y los dientes llenos de chocolate. Demonia se volteó instantáneamente. Su cara se le puso roja y de inmediato me señaló la puerta con el dedo índice. Ni siquiera tenía que preguntar a dónde debía de dirigirme. Vieja estúpida tenía el presentimiento de que Demonia tenía algo contra mí. Mierda, mas problemas con papá, la vieja no iba a dejarme tranquila si no me castigaban, el Director lo llamaría… ni modo pensé mientras caminaba a la oficina del Director tal cual estaba, llena de chocolate. Pareciera como si hoy todo el mundo se volviera en mi contra Solté un suspiro mientras llamaba a la puerta…
Este es mi primera entrada, estoy ansiosa y quisiera poder escribir historias para que las puedan leer. Aun no soy muy buena utilizando este sitio, porque soy nueva, asi que espero que lean mis historias. Se los agradeceria muchísimo.